¿En realidad Jesús dijo que el pan es su carne?









Paz y bien hermanos, hoy analizaremos la declaración bíblica de "Jesús, el Pan de Vida" (Juan 6:48-59)






Cuando los
católicos creemos en algo, no es porque a alguien se le haya ocurrido sino
porque seguramente tiene una fuerte fundamento en la Biblia y en la
Tradición apostólica. En este caso la «presencia real de Jesucristo» en el Pan
y Vino consagrado es un hecho que la Palabra de Dios nos muestra claramente.








Esas son las
palabras de Jesús en todas las Biblias del mundo: el Pan que yo les daré ES MI
CARNE (Juan 6:51). Palabras textuales de Nuestro Señor. Ante este texto bíblico que es tan
claro hay muchos hermanos que dicen que no es algo real,
sino que Jesucristo estaba hablando simbólicamente.







Para comprobar
que esto no era nada simbólico sino algo real, lo mejor no es dar nuestra
opinión, sino dejar que la Biblia hable por sí misma y nos muestre cuál fue la
reacción de las personas que estaban alrededor de Jesús cuando dijo esas
palabras





1.     Leer del Evangelio según San Juan 6:52-56





Si leyó usted atentamente, notará que la
reacción de los judíos es de una gran incredulidad. Era normal, porque al oír
las palabras de Jesús las entendieron literalmente como las oyeron. Jesucristo
estaba hablando de comer su carne y beber su sangre. Como el primer nivel de Fe
ante las palabras de Jesucristo. Nada de simbólico como hoy en día lo dicen
muchos. Tan real que por eso reaccionaron así. Para que les quedara claro que
era algo real, Jesús les repitió a ellos cuatro veces la necesidad de comer su
carne y beber su sangre.





¿Según el texto, qué sucede si no comes su carne?





2.     Leer del Evangelio según San Juan
6:60-66





Muchos de sus discípulos inmediatamente
reaccionan diciendo que no, que esas palabras que Jesús había dicho sobre comer
su carne y beber su sangre era «muy duras». Claro. Era algo real. ¿Sabe qué
hizo Jesús para evitar que se fueran?: NADA. No hizo nada y dejó tranquilamente
que se marcharan. Como diciendo: «Si van a estar conmigo acepten mis palabras:
"es mi cuerpo y es mi sangre", por más duras que sean, si no aceptan,
váyanse»... y los dejó ir.


¿Conoces personas que se alejan de la Iglesia
por no aceptar las verdades de fe que esta presenta?


¿Alguna vez te has querido retirar de la
Iglesia por las predicas dada por algún sacerdote o catequista de la parroquia?





3.     Leer del Evangelio según San Juan 6:67-69





Después de que se le van muchos, voltea, mira
a los Apóstoles, que sin deberla ni temerla lo ven y les suelta la pregunta:
¿También ustedes quieren marcharse? Aun corriendo el riesgo de que algunos de
sus apóstoles también se le fueran, lo hizo. Sus palabras: «comer mi carne y
beber su sangre» eran tan reales e importantes que no se podía «negociar» con
ello. Nuestro Señor las pondrá como condición para ser un auténtico discípulo
al 100%.


Aunque Jesús les pregunta a los doce, la
respuesta es sólo de uno, representando a los doce: Pedro tomó la palabra y dio
un SÍ personal y eclesial: «Tú tienes palabras de vida eterna».


¿Casualidad? No. Pedro, el primer Papa, la
cabeza visible de la Iglesia; el pastor que Jesús nos dejaría, acepta las
palabras de Jesús tal como son.





Igualmente nosotros, católicos con una fe
personal y unidos al sucesor de Pedro, tenemos el regalo de llegar al tercer
nivel de fe. De ahí en adelante los católicos aceptaremos siempre las palabras
de Jesús tal como son: «Comer mi carne, beber mi sangre».
 





Leer: 1
Corintios 11:28





Para que la eucaristía sea vivida por cada uno
como queremos tenemos que prepararnos. Nosotros formamos parte de ese cuerpo de
Cristo, y el pan necesita de unos ingredientes, el más importante el trigo con
el que se hace la harina para luego poder hacer la masa y más tarde el pan.





¿Según mi situación de vida actual, puedo
comulgar con el cuerpo de Cristo?
  ¿Qué pasos daré para poder acercarme más al
cuerpo de Cristo y así tener vida eterna?








La
frase de la semana es: «Señor, tú tienes
palabra de vida eterna».
 (Juan 6:68)





Una anécdota de reflexión:





Un hermano separado me dijo una vez que si llevaba una hostia
consagrada a un microscopio no iba a ver a Jesucristo. Le respondí que si la
llevas a un microscopio allí no verás a Jesús, pero si tomas un telescopio y
miras al cielo, allí tampoco verás a Dios. Definitivamente se olvidan de algo
fundamental: A Dios no se le ve con los ojos físicos en el microscopio ni en el
telescopio. A Dios se le encuentra con los ojos de la Fe, pues como el Apóstol
Pablo dijo: «Nosotros andamos por Fe y no por vista» Romanos 8:24-25







Para los hermanos que por una u otra razón
no pueden recibir el cuerpo de Cristo se les recomienda que en la Eucaristía al
momento de la comunión se pongan de rodillas y hagan una oración pidiendo a Jesús
que entre espiritualmente a sus vidas. De esta manera participan también de la
eucaristía mientas solucionan su situación para comulgar a plenitud.









Espero que esta reflexión ayude en tu fe. Comparte en tus redes, comenta en las cajas de comentarios aquí abajo y sigue adelante en la barca de Pedro.





Paz y bien.




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